El maltrato animal tiene un sentido más amplio que el referido a perros y gatos, las mascotas más habituales de los hogares. Y, en muchos casos, es un problema que afecta al medioambiente. “Se ha avanzado bastante en las mascotas, pero no tanto en temas como la experimentación, la caza o la cría intensiva para el consumo humano; las explotaciones industriales son insostenibles para el entorno natural”, explica Carmen Méndez, presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (ADDA).
Psicólogos y expertos consideran este tipo de acciones como una antesala a la violencia social. Estudios demuestran que los asesinos tienen algún precedente de maltrato animal en su infancia. También revela un indicador de violencia doméstica.
De acuerdo con cifras oficiales de grupos defensores y protectores de animales, cada año millones de ellos mueren como consecuencia del maltrato.
Desde ser abandonados hasta la tauromaquia, las peleas de gallo, el tráfico de animales exóticos y su matanza para uso de pieles o partes del cuerpo son las formas a la que un animal puede ser expuesto al maltrato.
En este caso no solo incluye provocarles algún tipo de daño, sino también abandonarlos, no tenerlo en buenas condiciones de salud, mantenerlo atado, en un espacio reducido por mucho tiempo o privarlo de la alimentación.

En varios países del mundo el maltrato animal es penado con cárcel o con costosas multas, por lo que muchos ciudadanos se han visto obligadas a protegerlos. Las legislaciones en algunas naciones también establecen prohibiciones, tales como sacrificar animales. Asimismo, hay países en los que se regula mediante leyes la adopción.

